miércoles, 24 de octubre de 2012

Cap. 4: Para merendar... ¡gato!

Víctor, Isabel y Tata, con un tremendo sofoco, han mandado al crío al jardín, para que le pegue el sol un poco.

Si las miradas matasen, podríamos adivinar, muy poco tiempo de vida a Víctor le iba ha quedar.

-Hay que ver qué mala pata -gime Víctor consternado.
-Mira la nariz de Tata, fíjate la que has montado.
-No te enfades, vida mía, quería curar al niño.
-Ay, mejor no digas nada, lárgate de aquí o te endiño.

En el patio el sol calienta, huele a hierba, a pan y a menta. Allister se siente raro, como un poco mareado. Entre sus dedos pasean unos grillos melodiosos, el muchacho se pregunta si también serán jugosos.

- ¿Qué te ha pasado, chico?

Es la voz de su vecina. Con patas entre los dientes Allister gruñe a Olivina.

-Pues sí que te ha dado fuerte, lo que sea que te pasa. No me mires más así, o me meto para casa.

Olivina lleva en brazos esa cosa que es su gato, Allister quiere a LeBeuf, pero lo quiere en su plato.
El bicho le ve venir, no te creas que le espera, pega un brinco por su vida y corre que se las pela.

Allister hace ademán de salir por el gatillo, mas está muerto, caray,  ¡moverse no es tan sencillo!
Igualmente se levanta y abre bien fuerte la boca, pero le cae un bofetón que todo su plan trastoca.

-Que sea la última vez -le reprende su vecina- que te acercas a mi gato, o te calzo una tollina.

"No te sulfures, mujer", le diría si hablara. "Algo tengo que comer, y tu gato me miraba".

Así Olivina se va, enfadada y sin girarse, y Allister la ve marchar, sólo le queda aguantarse.

Pero lo peor de todo es, tras pasar ese mal rato, que LeBouf se pavonee, ¿no se está riendo el gato?

Sea por hambre o por maldad, aquí ya no cabe enmienda, a la menor oportunidad, ¡Allister se lo merienda!



martes, 16 de octubre de 2012

Cap. 3: Allister ha cambiado... un poquito.


Esta abuela Tata, vaya personaje, lleva veinte años con el mismo traje.

Tiene en el salón un sofá reservado, y los botones del mando más que desgastados. Es el tercero este año.

Sin embargo por hoy no ha marcado ningún canal, se ha sentado frente al niño observando al chaval.

- Aquí pasa algo que no me han dicho, ¿pues no había palmado este bicho?

Han tenido que atarle amarrado a la silla, tras los dos periquitos casi a Burlp se cepilla. Ahora Tata le estudia, sería y vigilante, algo huele a podrido y se echa hacia delante.

Tata eleva un dedo tembloroso y toca sus cicatrices, ha llegado tan cerca que rozan sus narices. Allister abre un ojo, la tragedia se masca, le da un tic, un impulso, estira el cuello y ¡zasca!

Isabel oye pasos, ve a su madre acercarse, su nariz sangra a chorros aunque intente taparse.

-Hija mía, perdona, óyeme una cosita. No quiero molestarte pero dame una tirita.




Anteriormente: Cap. 2: ¡Bienvenido, Allister Zombie!


miércoles, 10 de octubre de 2012

Cap. 2: ¡Bienvenido, Allister Zombie!


Allister Zombie despierta en su cuarto, por un ojo ve turbio, por el otro no tanto.

Se levanta y todo parece dar vueltas, debe haberse dormido más horas de la cuenta.

El espejo le muestra su imagen de hoy: "¡Madre mía qué espanto, qué chafado estoy!"

Cicatrices y parches, costuras e injertos, su cuerpo parece un puzzle mal hecho.

Por si fuera poco para perder el resuello, dos tornillos de hierro sujetan su cuello.

Allister grita, triste y desolado, no tiene la mínima idea de lo que ha pasado.

Víctor, su padre, entra en la habitación, le mira ceñudo y con consternación. Isabel va tras él, viene sollozando, no quiere ver al chaval, lleva dos días llorando.

-Yo lo intenté, vida mía, cariño...

-¡Si serás torpe e inútil, tú qué le has hecho a mi niño!

Allister gruñe y se tira de un hilo en la tripa. Victor da un brinco y aterrorizado le grita:

-¡Déjate eso, moreno, que se te sale el relleno!

Con un respingo violento Allister echa a correr, se lanza contra la cocina, ¡y necesita comer!

Y tras mirar cada mueble sin decidir por ninguno, ¡se zampa los dos periquitos como desayuno!

¿Y ahora qué hacemos con la criatura?, pregunta la abuela. Sus padres se miran, ¡mañana mismo a la escuela!

miércoles, 3 de octubre de 2012

Cap. 1: El nacimiento de Allister Zombie.


Allister Chlomsky no está, Allister Chlomsky se ha ido.

Una lápida marca el lugar, sobre la colina, en un cementerio lúgubre y retorcido.

En su hogar la tristeza trepa por las paredes, espesa el aire, ocupa el vacío. Ni Víctor ni Isabel se acostumbran a haberlo perdido.

El inventor pasea por el salón, aprieta los dientes, farfulla. Ella, fría y estirada, le observa con expectación, es mucho más testaruda. 

De pronto va, la economista, y sin pizca de emoción, mira a su marido y le suelta:

-Qué birria de inventor, tío cuentista. ¡Algo podrás idear para traerlo de vuelta!
-Yo es que soy inventor, chica, no espiritista. Aunque espera que creo que caigo en la cuenta...

Víctor va hasta el altillo y rebusca en la librería, coge un libro entre mil y al correr por el pasillo casi atropella a la abuela.

- ¡Quizá encuentre la solución en esta vieja novela!

La puerta del laboratorio cierra con un portazo.

-¡Si Shelley lo hizo yo podré mejorarlo!

Pasan días sin que Isabel sepa de su marido, solamente los golpes que del laboratorio han salido. El inventor sigue encerrado, pero escapa a ratitos para probar bocado. ¡Algo le tiene ocupado! Una tarde que baja a por un bocadillo, le ve sucio, alocado y casi amarillo. Unas horas después se le escucha un chillido: ¡creo que lo he conseguido!

Cae la noche y diluvia cuando Víctor se deja ver. Va vestido de negro y lleva una pala, ¿qué narices va hacer? Sube en coche por la colina hasta el cementerio, un rayo le ilumina cuando en la tierra mojada clava el acero. El inventor, con pericia y esmero, desentierra a su hijo bajo el aguacero.

Le ven volver a casa con un bulto sospechoso, Isabel alucina con lo que hace su esposo.

En el sótano tumba al muchacho sobre una camilla, su cuerpito explotado y hecho una piltrafilla. Con aguja y con hilo y al son de violines, Víctor Chlomsky remienda sus rotos como calcetines.

Cuando ha terminado de coserlo todo, le conecta unos cables, pinzas y electrodos. Y en una plataforma de metal lo eleva hasta el tinglado eléctrico que tiene en la azotea.

Truenos y relámpagos sacuden la casa, Isabel se pregunta que ¿qué es lo que pasa? Explosiones, chispazos y descargas terribles. A la porra los plomos, ¿dónde están los fusibles?

Cuando Víctor desciende con cara agotada, su mujer está abajo, le espera mosqueada.

-¿Qué has tramado, tontaina, simplón, so pamplina?
-Una idea genial, ven a ver, alucina.

Y juntos observan el bulto tapado, que palpita, echa humo y huele a chamuscado. Se desborda el amor y vuelven a quererse, ¡porqué Allister Zombie ha empezado a moverse!



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